En el opulento trono adornado con oro se sienta una persona noble y elegante. Una persona de alto rango y prestigio que hace que las cosas sucedan con facilidad. Hay una distinguida sofisticación en el aire, una fragancia espesa y cálida que emana del cuerpo. Es un olor muy potente, el olor a hierba vétiver, profundamente arraigado en la tierra, creciendo triunfalmente hacia el cielo.

El perfume se elabora en torno a un aceite esencial de vétiver de alta calidad, ligeramente endulzado con caramelo cremoso y jarabe de arce. El corazón de la fragancia pulsa con el clásico nardo rodeado de castañas recién tostadas y almendras quemadas. En la base, el opulento vetiver se sumerge en una esencia de madera de cedro, cuero y ámbar, que aportan a la fragancia una profundidad adicional. Para suavizar, se mezclan exquisitos sándalo indio, vainilla y haba tonka para aportar calidez.